knowt logo

Tema 24_piberica_hasta_dominacion_romana.docx

TEMA 24. LA PENÍNSULA IBÉRICA HASTA LA DOMINACIÓN ROMANA.

1.- INTRODUCCIÓN

El periodo cronológico que vamos a abarcar supera el millón de años, desde la llegada de los primeros homínidos, hasta la finalización de las guerras astur-cántabras en el 19 a.C.

Las principales fuentes de información son la arqueología y las fuentes indirectas redactadas en fechas posteriores a los hechos (principalmente griegas y romanas, ya que no hemos descifrado aún el ibérico). A lo largo de este tiempo, la Península no tiene una evolución homogénea, solamente después de la conquista romana se observará en nuestra tierra una mayor cohesión política, económica, social y cultural.

Antes de comenzar el desarrollo del tema tenemos que señalar que a nivel curricular los contenidos de este tema se desarrollarán en 1ºESO en la asignatura de Geografía e Historia y en 2º Bachillerato en la asignatura de Historia de España, como marca el Decreto 98/2016, de 5 de julio.

2.-. EL PALEOLÍTICO.

En la Península Ibérica la presencia humana más antigua está confirmada en Atapuerca, concretamente en la Sima del Elefante, donde en 2008 se encontraron restos con una antigüedad de 1,2 millones de años. Le siguen en antigüedad los hallazgos producidos en 1994, cuando aparecieron en el TD6 de Gran Dolina, 36 fragmentos óseos pertenecientes, al menos, a seis individuos distintos, que fueron datados en una antigüedad aproximada de 780.000 años. Además, presentaban unos rasgos morfológicos novedosos que llevaron a la conclusión de que se trataba de un nuevo tipo humano: Homo antecessor. Los arqueólogos concluyeron que la nueva especie nació en África, fruto de una evolución del Homo ergaster, y de allí llegó a Europa hace, aproximadamente, un millón y medio de años. Sería, por tanto, el origen de dos ramas paralelas: el Homo neandertal y el Homo sapiens. De ahí su nombre antecessor.

La cultura material de estas sociedades cazadoras-recolectoras del Paleolítico Inferior (250000 - 125000 a.C.), inicialmente está representada por la cultura de los guijarros, cantos que se golpeaban para conseguir un filo cortante. La industria de los cantos tallados evoluciona hacia la producción de útiles tallados por las dos caras o bifaces, conocida como cultura Achelense. Ejemplos de ellos han sido encontrados en los yacimientos de Torralba y Ambrona, un cazadero de elefantes en la provincia de Soria.

Respecto al proceso de hominización el Paleolítico medio (125000-35000 a.C.) se asocia en Europa con los neandertales. Tradicionalmente se ha considerado a los neandertales como una evolución del Homo erectus, pero los descubrimientos de Atapuerca le han colocado como descendiente del Homo antecessor, con un paso intermedio: el Homo heidelbergensis.

Su cultura material, conocida como Musteriense se caracterizaba por una mayor diversidad y especialización de los utensilios, como los raspadores, raederas y buriles, así como el desarrollo de nuevas técnicas de talla (técnica Levallois de útiles sobre lasca). Parecen haber desarrollado creencias de tipo espiritual plasmadas en enterramientos, como el de Cueva Morín (Santander).

La Península Ibérica cuenta con numerosos restos pertenecientes al Paleolítico medio. Destacan los dos cráneos de Gibraltar y los restos de La Carihuela (Granada), la mandíbula de Bañolas (Gerona), y el parietal de la Cova Negra (Játiva).

Se cree que los Neandertales fueron los primeros creadores de arte. Se han encontrado manifestaciones artísticas en La Pasiega, Ardales o Maltravieso. Las pinturas de Maltravieso tienen 68.000 a.C., 20.000 años a.C. de la llegada del homo sapiens a Europa (Hoffman, 2018).

Durante el Paleolítico superior (35000-9000 a.C.), con la llegada a Europa hace aproximadamente 40000 años del Homo sapiens se produjo la extinción de los Neandertales, hecho acaecido según estimaciones cronológicas hace unos 15.000 años, lo que muestra que durante algún tiempo se produjo la convivencia entre el homo sapiens y el neandertal.

El número de yacimientos del Homo sapiens es muy abundante lo que indica un aumento de la población debido, probablemente, a una dieta más diversificada que incluía además de la caza y la recolección, la pesca y el marisqueo. Se constituían en grupos nómadas que ocupaban alternativamente zonas de caza con asentamientos estacionales junto a ríos y cuevas.

La industria lítica experimenta un proceso de mejora en las técnicas de fabricación, se diversifican los útiles y comienzan a utilizarse materiales distintos a la piedra, como el marfil y el hueso.

Durante el Paleolítico superior, en la Península Ibérica, destaca el hábitat en cuevas, en las que se han encontrado además de abundante material, manifestaciones artísticas que se encuadran en la última fase del Paleolítico Superior, el Magdaleniense. Destacan las pinturas de las cuevas de El Castillo, Tito Bustillo y Altamira. Las imágenes aparecen en lugares recónditos representando animales de especies diferentes (caballos, bisontes y ciervos), sin componer escenas. La representación es naturalista, casi siempre en colores rojo y negro, aprovechando los entrantes y salientes de techos y paredes para dotar de volumen a las figuras. Existen diferentes teorías para explicar el significado de estas obras, pero la más difundida es la que considera estas obras como parte de un ritual mágico para propiciar la caza de los animales representados.

3.- EL MESOLÍTICO O EPIPALEOLÍTICO.

El período de transición del Paleolítico al Neolítico recibe el nombre de Mesolítico o Epipaleolítico. Desde el punto de vista económico este período se caracteriza por la decadencia de la caza, como consecuencia del cambio climático, que trajo consigo la retirada de los hielos en la Península Ibérica. Este cambio propició que el hombre tuviera que alimentarse de animales más pequeños. Surge una nueva tipología lítica caracterizada por su pequeño tamaño, de ahí que se hable de microlitización, con el fin de adaptarse a los nuevos recursos disponibles: caza menor, pesca…

Se trata de una cultura a medio camino entre una economía depredadora y una economía productiva. El hombre del mesolítico se hizo sedentario allí donde había recursos suficientes para vivir. Un ejemplo de ello serían los pueblos concheros de las costas peninsulares.

El arte mesolítico es, quizás, la manifestación más interesante de este período. En la Península Ibérica es relevante el arte rupestre levantino, localizado tanto en abrigos rocosos como al aire libre. La fauna representada es distinta a la que encontramos en las pinturas franco-cantábricas (ciervos, jabalíes, etc.) lo que denota el cambio climático registrado en la Península. Las figuras antropomorfas son esquematizadas y monocromas. Las manifestaciones artísticas del mesolítico se extienden desde Cogull, en Lérida, hasta Albacete, con ejemplos en Alpera y Minateda.

4.- EL NEOLÍTICO.

El Neolítico surge con el paso de una economía depredadora a una productora, basada en la agricultura y la domesticación de animales y con ellas la tendencia a la sedentarización. Este proceso, denominado Revolución neolítica por Gordon Childe, se origina en Próximo Oriente y desde allí se extiende por el Mediterráneo, llegando a la Península Ibérica hacia el 5.000 a.C, según la teoría difusionista de Ammerman y Caballi Sforza.

Dentro del Neolítico se pueden distinguir varias etapas:

  • Un neolítico antiguo caracterizado por la presencia generalizada de yacimientos de cerámicas decoradas con impresiones “cardiales”. Los yacimientos más antiguos de neolítico “cardial” aparecen en el área de Valencia y Alicante: cueva de l’Or y la Sarsa.

  • Posteriormente, una segunda fase neolítica se ha detectado en Cataluña y norte de Castellón. Es posible que este segundo neolítico llegase a través de los Pirineos. Su rasgo más característico es la existencia de necrópolis próximas a los poblados, con enterramientos excavados en forma de fosas, por ello se llama a este periodo “la cultura de sepulcro de fosas”.

  • El sureste presenta un neolítico de tipo tardo-final, con casas de planta circular, al que se llama la “Cultura de Almería”. Destacan yacimientos en cueva como Nerja en Málaga o la Cueva Ambrosio en Almería.

*para aprender estas tres culturas: carmen folla alberto

Desde el Mesolítico hasta la Edad del Bronce, con un período de apogeo en el Neolítico, se desarrolla una nueva forma de decoración pictórica, el arte rupestre levantino, al que nos hemos referido con anterioridad. De este periodo destacan las pinturas de los abrigos de Cogüll y Alpera.

5.- LA EDAD DE LOS METALES.

La población de la Península Ibérica comenzó a utilizar la metalurgia a partir del 2.500 a.C., orientada inicialmente a la fabricación de armas y después a la elaboración de objetos de adorno e instrumentos de trabajo.

La Edad de los Metales se divide en tres períodos:

5.1.- CALCOLÍTICO (2500-1700 a.C)

El primer metal que comenzó a trabajarse fue el cobre, por ello a la primera fase de la Edad de los Metales se le denomina Calcolítico, del griego calcós, cobre. El Calcolítico se extiende entre 2.500 y 1.700 a.C.

  • La localización de minas de cobre en el sureste peninsular va a dar lugar a la aparición de poblados como el de Los Millares (Almería), en el que destacan las murallas y las obras de fortificación, así como las viviendas circulares y las tumbas colectivas, además del desarrollo de una agricultura avanzada mediante el regadío.

  • También a este período corresponde la Cultura del Vaso Campaniforme, que recibe este nombre por el uso de recipientes cerámicos que tienen forma de campana invertida.

*Mil campanas para memorizarlos

En la península ibérica, además de esta cerámica, son característicos una serie de elementos metálicos que se repiten en los ajuares de las tumbas, como los puñales de lengüeta y puntas de tipo Palmela, que demuestran la existencia de unas élites sociales diferenciadas por su riqueza.

En esta época se desarrolla un fenómeno cultural que ya había comenzado en el Neolítico, la aparición de los monumentos megalíticos. Destacan los dólmenes o sepulcros colectivos construidos con piedras de gran tamaño cubiertas por losas horizontales. En el exterior, el conjunto se recubría de tierra formando una colina artificial. En el interior se han encontrado objetos identificados como parte del ajuar funerario, lo que denota la existencia de ritos y creencias asociadas a la muerte. Los principales dólmenes se encuentran en el sur peninsular, como el Menga (Antequera). En Extremadura (meter aquí algo de vuestra zona, si puede ser) la zona de Valencia de Alcántara también se han hallado ejemplos de construcciones megalíticas, como el dolmen de Lácara.

Otros megalitos son los menhires o enormes piedras monolíticas situadas verticalmente en el suelo y los crómlech o círculos de piedras de discutida finalidad, como la de los menhires.

5.2.- LA EDAD DEL BRONCE (1700-750 a.C.)

La Edad del Bronce en la Península Ibérica transcurre entre el 1.700 y el 750 a.C.

La manifestación arqueológica más relevante del Bronce antiguo y medio de la Península Ibérica es la Cultura de El Argar (Almería, donde destacan los poblados de El Oficio y Antas). Se caracterizan por ser una sociedad dedicada a la agricultura y a la ganadería y en menor medida a la explotación del metal. Los yacimientos argáricos se caracterizan por reunir en un mismo espacio hábitat y necrópolis. Los enterramientos se localizan bajo las viviendas y habitualmente son individuales, en cista o caja de piedra y en tinaja, que reciben el nombre de copas argáricas. La superación del enterramiento colectivo propio de Los Millares supone la acentuación de la diferenciación social.

También durante la Edad del Bronce se desarrolló en las Baleares la cultura talayótica. Se caracteriza por unas construcciones megalíticas muy peculiares, entre las que destacan:

  • Talayots, una especie de atalaya o torre de vigilancia.

  • Taula, construcción megalítica consistente en un ortostato de gran tamaño que soporta, en equilibrio, a una gran piedra horizontal. Es exclusiva de Menorca.

  • Naveta. Pudiera tratarse de una construcción funeraria.

Al final del período, durante el Bronce Final, se atestigua otra cultura en el centro peninsular, denominada Cogotas I, con poblados en lugares escarpados de fácil defensa y materiales cerámicos con características centroeuropeas que se mezclan con las locales, como la decoración de boquique.

Asimismo, durante el Bronce Final, se produjeron las invasiones de pueblos indoeuropeos que conocían la metalurgia del hierro. La llegada de estos pueblos a la Península Ibérica dará lugar a la aparición de la cultura de los campos de urnas. Su característica distintiva será que en lugar de inhumar los cadáveres, procederán a la incineración de los cuerpos, depositando las cenizas en una urna, posteriormente enterrada.

5.3.- LA EDAD DEL HIERRO (800-218 a.C.)

El periodo que transcurre desde el 800 al comienzo de la conquista romana en el 218 a.C. Se denomina Edad del Hierro, fase que se mezcla en la Península Ibérica con la etapa de las colonizaciones de pueblos mediterráneos: fenicios, griegos y cartagineses.

La Edad del Hierro comporta, además, una serie de novedades como la introducción del uso del hierro, la utilización del torno de alfarero, la aparición de los primeros textos escritos en lengua íbera, aún sin descifrar, que hacen que esta etapa se conozca también con el término de Protohistoria. Además, aparecen los primeros textos que hablan de la Península Ibérica, como la Biblia, en la que se hace referencia al reino de Tartessos o los textos griegos, entre los que cabe mencionar al historiador griego Heródoto que se refiere a unas “míticas tierras orientales”. Sin embargo, la mayoría de las fuentes antiguas que nos hablan de la Península Ibérica son romanas, como por ejemplo la Geografía de Estrabón. En todo caso estas fuentes nos permiten conocer el nombre de los pueblos prerromanos que habitaban el territorio.

6. LOS PUEBLOS PRERROMANOS.

TARTESSOS. Tartessos hace referencia a una región situada en el suroeste peninsular, coincidiendo, aproximadamente, con las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, con prolongaciones hacia la actual Extremadura.

Tartessos es el primer protoestado de la Península Ibérica del que existe constancia histórica. Las fuentes literarias que se hacen eco de las riquezas de Tartessos, como la Biblia o las fuentes griegas que mencionan el nombre de los reyes como Gerión y Argantonio, nos ha permitido el conocimiento de este reino, en el que frecuentemente se mezcla mito y realidad.

Su momento de máximo desarrollo (siglos IX a VII a.C.) coincide con la etapa en la que los fenicios se asentaron en factorías costeras. A partir del año 630 a.C. los griegos también entran en contacto con Tartessos. El contacto de Tartessos con fenicios y griegos estuvo motivado por el comercio de metales. El contacto con estos pueblos más avanzados permitió a Tartessos ampliar sus conocimientos agrícolas y perfeccionar la metalurgia del hierro.

Uno de los signos del esplendor de Tartessos fue la orfebrería, en parte debida a las técnicas importadas por los fenicios, como lo demuestran los tesoros hallados en Aliseda (Cáceres) y El Carambolo (Sevilla).

A partir del siglo VI a.C. Tartessos entra en decadencia, quizás por el agotamiento de los minerales que habría dado al traste con el comercio fenicio, por la caída de la ciudad fenicia de Tiro que dejaría Tartessos sin mercado para sus metales o por una incursión bélica cartaginesa que acabaría con las ciudades.

No podemos dejar de citar el yacimiento pacense de Cancho Roano, quizás uno de los mejores yacimientos vinculados a la civilización tartésica que se conservan en España.

LOS ÍBEROS. Los términos íberos e ibéricos fueron acuñados por Estrabón para denominar a los pueblos que vivían en las costas orientales de la Península.

La cultura ibérica se extendió por toda el área levantina y el sur peninsular. Estaban plenamente desarrollados hacia el siglo V a.C., perdurando hasta la romanización, a partir del 218 a.C. Los nombres de las tribus ibéricas aparecen citados en las fuentes clásicas y reciben denominaciones como: Turdetanos, Ilergetes, Edetanos, Mastienos…

Se trataba de un mosaico de pueblos rivales entre sí, con poblados en cerros, dotados de sólidos sistemas de defensa, llamados oppidum. En las afueras de los poblados se encontraban las necrópolis, donde los difuntos, tras ser incinerados, eran depositados en urnas rodeadas de un ajuar funerario, donde destacan las armas, como la espada ibérica o falcata. Dos recipientes funerarios destacados son las esculturas de la Dama de Elche y la Dama de Baza, ambas con una cavidad posterior para depositar las cenizas.

Su organización política era de tipo estatal, como bien estudió Maluqer de Motes, con un sistema de gobierno monárquico, bajo el mandato de los régulos o basileus.

Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería, aunque también en el comercio. Por influencia fenicia o griega tenían un sistema monetario y acuñaban moneda propia.

Culturalmente eran pueblos avanzados, con lengua y escritura propia. Entre las manifestaciones artísticas destaca la escultura en piedra con figuras de guerreros como las de Porcuna, de animales como la Bicha de Balazote y de bronce como los exvotos del Cerro de los Santos.

LOS PUEBLOS CÉLTICOS ocupaban el área centro, norte y oeste peninsular. Se trata de poblaciones procedentes de Centroeuropa con aportaciones importantes como la metalurgia del hierro, la cerámica a torno y la incineración. Entre ellos destacan los astures, galaicos, vacceos, lusitanos, vettones y las tribus del área celtibérica (arévacos y pelendones).

Ocupaban poblados en alto, bien fortificados que reciben el nombre de castros, como los de Santa Tecla o Coaña. Las necrópolis son de incineración, con urnas rodeadas de armas.

La economía céltica era preferentemente ganadera. El comercio era escaso y el uso de la moneda casi desconocido.

Todos estos pueblos estaban organizados en tribus y clanes basados en grupos de parentesco. Su organización política era de tipo pre estatal con una fuerte jerarquización social. Estrabón se refirió a este tipo de pueblos argumentando que practicaban la ginecocracia, debido al importante peso que tenía la mujer en la organización social.

Las manifestaciones artísticas de estos pueblos son muy pobres, limitándose a decoraciones cerámicas esquemáticas y a esculturas toscamente esculpidas en granito que representan cerdos, toros y jabalíes, denominadas genéricamente verracos y que se encuentran diseminadas por las provincias de Ávila, Salamanca y Cáceres.

6.1. LAS COLONIZACIONES.

Esta etapa se extiende a lo largo del primer milenio a.C. Las colonizaciones se limitaron a asentamientos escasos y puntuales, ya que los pueblos que las emprendieron, fenicios, griegos y cartagineses, tuvieron más empeño en comerciar que en crear poblados estables.

a) LA COLONIZACIÓN FENICIA. Los fenicios eran un pueblo venido del Próximo Oriente, de las ciudades de Tiro y Sidón, en el actual Líbano. Su colonización fue exclusivamente comercial y para asegurarse los puntos estratégicos de la ruta de los metales, establecieron factorías en las costas del sur de la Península Ibérica. La más importante fue Gadir (Cádiz). Otras factorías se asentaron en Malaka (Málaga), Sexi (Almuñecar) y Abdera (Adra).

Al comerciar con los pueblos indígenas les transmitieron el alfabeto fenicio, el sistema decimal, nuevos cultivos como la vid y el olivo y nuevos métodos para el trabajo artesanal de los metales preciosos. En la zona sur de la Península es frecuente la aparición de objetos de procedencia fenicia, como los sarcófagos de Cádiz, las cerámicas de barniz rojo, los jarros de bronce o los objetos de marfil decorado (peines).

En el siglo VI a.C., al parecer a raíz de la caída de Tiro ante los babilonios, el pueblo fenicio entró en declive, lo que afectó a sus colonias hispanas.

b) LA COLONIZACIÓN GRIEGA fue protagonizada por los focenses que con el objetivo de acercarse al comercio de los metales, fundaron Massalia (Marsella), constituyendo el punto de partida para el establecimiento de colonias en la costa mediterránea española a partir de los siglos VIII y VII a.C.

De la mayoría de las colonias griegas citadas en los textos no existen restos arqueológicos. Posiblemente fueron enclaves íberos y fenicios usados por los griegos para comerciar con los indígenas, y a los que acabaron por dar sus propios nombres griegos. Está probada la fundación griega en las colonias de Rhode (Rosas) y Emporion.

c) CARTAGINESES. El apogeo de la presencia púnica en la Península abarca los siglos VI y III a.C. Su primera fundación se localizó en Ebusus (Ibiza), asentándose después en las restantes islas Baleares. En esta primera fase de la colonización, los cartagineses sustituyeron a los fenicios y se instalaron en sus factorías comerciales desde las que controlaban los productos del interior, sobre todo las minas de Cástulo (Linares).

A esta fase le sigue una segunda (a fines del siglo III a.C.) de carácter militar, que condujo a la ocupación del sur y del sudeste de la península, donde fundaron Cartago Nova (Cartagena) e iniciaron una sistemática explotación de las minas de Sierra Morena, el Moncayo y Almadén.

Su legado cultural está presente en los objetos funerarios procedentes de necrópolis como las figuras de terracota de barro de Puig des Molins, o el culto a la diosa Tanit.

7. LA DOMINACIÓN ROMANA.

La heterogeneidad cultural de la Península finalizó cuando Roma puso sus ojos en este territorio en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C.). Esta se desarrolló entre los cartagineses y los romanos porque los primeros asaltaron Sagunto, ciudad aliada de Roma, lo que fue considerado por ésta casus belli y sirvió para iniciar las hostilidades directas. Derrotado el imperio cartaginés, el Senado decidió continuar la expansión por el territorio peninsular. Cerca de tres siglos y la vida de miles de soldados le costó a Roma someter a la península ibérica, que puede darse por finalizada en el 19 a. C. tras las guerras astur-cántabras.

CONCLUSIÓN.

Gracias a las ciencias arqueológicas e históricas podemos conocer la historia del territorio peninsular, que arranca hace más de un millón de años, cuando los primeros homínidos poblaron estas tierras. A partir de entonces, la Historia peninsular va a ir cumpliendo las etapas de la Historia, pero con un retraso cronológico respecto a la zona del Próximo Oriente en relación a las aportaciones destacadas: la revolución neolítica, el uso de los metales, el surgimiento de las sociedades urbanas, etc. La conquista romana abrió una nueva fase de la historia peninsular, de la que somos herederos directos, pero aún quedan enigmas por resolver en nuestra historia, como el lenguaje ibérico o la historia de la civilización tartésica.

A

Tema 24_piberica_hasta_dominacion_romana.docx

TEMA 24. LA PENÍNSULA IBÉRICA HASTA LA DOMINACIÓN ROMANA.

1.- INTRODUCCIÓN

El periodo cronológico que vamos a abarcar supera el millón de años, desde la llegada de los primeros homínidos, hasta la finalización de las guerras astur-cántabras en el 19 a.C.

Las principales fuentes de información son la arqueología y las fuentes indirectas redactadas en fechas posteriores a los hechos (principalmente griegas y romanas, ya que no hemos descifrado aún el ibérico). A lo largo de este tiempo, la Península no tiene una evolución homogénea, solamente después de la conquista romana se observará en nuestra tierra una mayor cohesión política, económica, social y cultural.

Antes de comenzar el desarrollo del tema tenemos que señalar que a nivel curricular los contenidos de este tema se desarrollarán en 1ºESO en la asignatura de Geografía e Historia y en 2º Bachillerato en la asignatura de Historia de España, como marca el Decreto 98/2016, de 5 de julio.

2.-. EL PALEOLÍTICO.

En la Península Ibérica la presencia humana más antigua está confirmada en Atapuerca, concretamente en la Sima del Elefante, donde en 2008 se encontraron restos con una antigüedad de 1,2 millones de años. Le siguen en antigüedad los hallazgos producidos en 1994, cuando aparecieron en el TD6 de Gran Dolina, 36 fragmentos óseos pertenecientes, al menos, a seis individuos distintos, que fueron datados en una antigüedad aproximada de 780.000 años. Además, presentaban unos rasgos morfológicos novedosos que llevaron a la conclusión de que se trataba de un nuevo tipo humano: Homo antecessor. Los arqueólogos concluyeron que la nueva especie nació en África, fruto de una evolución del Homo ergaster, y de allí llegó a Europa hace, aproximadamente, un millón y medio de años. Sería, por tanto, el origen de dos ramas paralelas: el Homo neandertal y el Homo sapiens. De ahí su nombre antecessor.

La cultura material de estas sociedades cazadoras-recolectoras del Paleolítico Inferior (250000 - 125000 a.C.), inicialmente está representada por la cultura de los guijarros, cantos que se golpeaban para conseguir un filo cortante. La industria de los cantos tallados evoluciona hacia la producción de útiles tallados por las dos caras o bifaces, conocida como cultura Achelense. Ejemplos de ellos han sido encontrados en los yacimientos de Torralba y Ambrona, un cazadero de elefantes en la provincia de Soria.

Respecto al proceso de hominización el Paleolítico medio (125000-35000 a.C.) se asocia en Europa con los neandertales. Tradicionalmente se ha considerado a los neandertales como una evolución del Homo erectus, pero los descubrimientos de Atapuerca le han colocado como descendiente del Homo antecessor, con un paso intermedio: el Homo heidelbergensis.

Su cultura material, conocida como Musteriense se caracterizaba por una mayor diversidad y especialización de los utensilios, como los raspadores, raederas y buriles, así como el desarrollo de nuevas técnicas de talla (técnica Levallois de útiles sobre lasca). Parecen haber desarrollado creencias de tipo espiritual plasmadas en enterramientos, como el de Cueva Morín (Santander).

La Península Ibérica cuenta con numerosos restos pertenecientes al Paleolítico medio. Destacan los dos cráneos de Gibraltar y los restos de La Carihuela (Granada), la mandíbula de Bañolas (Gerona), y el parietal de la Cova Negra (Játiva).

Se cree que los Neandertales fueron los primeros creadores de arte. Se han encontrado manifestaciones artísticas en La Pasiega, Ardales o Maltravieso. Las pinturas de Maltravieso tienen 68.000 a.C., 20.000 años a.C. de la llegada del homo sapiens a Europa (Hoffman, 2018).

Durante el Paleolítico superior (35000-9000 a.C.), con la llegada a Europa hace aproximadamente 40000 años del Homo sapiens se produjo la extinción de los Neandertales, hecho acaecido según estimaciones cronológicas hace unos 15.000 años, lo que muestra que durante algún tiempo se produjo la convivencia entre el homo sapiens y el neandertal.

El número de yacimientos del Homo sapiens es muy abundante lo que indica un aumento de la población debido, probablemente, a una dieta más diversificada que incluía además de la caza y la recolección, la pesca y el marisqueo. Se constituían en grupos nómadas que ocupaban alternativamente zonas de caza con asentamientos estacionales junto a ríos y cuevas.

La industria lítica experimenta un proceso de mejora en las técnicas de fabricación, se diversifican los útiles y comienzan a utilizarse materiales distintos a la piedra, como el marfil y el hueso.

Durante el Paleolítico superior, en la Península Ibérica, destaca el hábitat en cuevas, en las que se han encontrado además de abundante material, manifestaciones artísticas que se encuadran en la última fase del Paleolítico Superior, el Magdaleniense. Destacan las pinturas de las cuevas de El Castillo, Tito Bustillo y Altamira. Las imágenes aparecen en lugares recónditos representando animales de especies diferentes (caballos, bisontes y ciervos), sin componer escenas. La representación es naturalista, casi siempre en colores rojo y negro, aprovechando los entrantes y salientes de techos y paredes para dotar de volumen a las figuras. Existen diferentes teorías para explicar el significado de estas obras, pero la más difundida es la que considera estas obras como parte de un ritual mágico para propiciar la caza de los animales representados.

3.- EL MESOLÍTICO O EPIPALEOLÍTICO.

El período de transición del Paleolítico al Neolítico recibe el nombre de Mesolítico o Epipaleolítico. Desde el punto de vista económico este período se caracteriza por la decadencia de la caza, como consecuencia del cambio climático, que trajo consigo la retirada de los hielos en la Península Ibérica. Este cambio propició que el hombre tuviera que alimentarse de animales más pequeños. Surge una nueva tipología lítica caracterizada por su pequeño tamaño, de ahí que se hable de microlitización, con el fin de adaptarse a los nuevos recursos disponibles: caza menor, pesca…

Se trata de una cultura a medio camino entre una economía depredadora y una economía productiva. El hombre del mesolítico se hizo sedentario allí donde había recursos suficientes para vivir. Un ejemplo de ello serían los pueblos concheros de las costas peninsulares.

El arte mesolítico es, quizás, la manifestación más interesante de este período. En la Península Ibérica es relevante el arte rupestre levantino, localizado tanto en abrigos rocosos como al aire libre. La fauna representada es distinta a la que encontramos en las pinturas franco-cantábricas (ciervos, jabalíes, etc.) lo que denota el cambio climático registrado en la Península. Las figuras antropomorfas son esquematizadas y monocromas. Las manifestaciones artísticas del mesolítico se extienden desde Cogull, en Lérida, hasta Albacete, con ejemplos en Alpera y Minateda.

4.- EL NEOLÍTICO.

El Neolítico surge con el paso de una economía depredadora a una productora, basada en la agricultura y la domesticación de animales y con ellas la tendencia a la sedentarización. Este proceso, denominado Revolución neolítica por Gordon Childe, se origina en Próximo Oriente y desde allí se extiende por el Mediterráneo, llegando a la Península Ibérica hacia el 5.000 a.C, según la teoría difusionista de Ammerman y Caballi Sforza.

Dentro del Neolítico se pueden distinguir varias etapas:

  • Un neolítico antiguo caracterizado por la presencia generalizada de yacimientos de cerámicas decoradas con impresiones “cardiales”. Los yacimientos más antiguos de neolítico “cardial” aparecen en el área de Valencia y Alicante: cueva de l’Or y la Sarsa.

  • Posteriormente, una segunda fase neolítica se ha detectado en Cataluña y norte de Castellón. Es posible que este segundo neolítico llegase a través de los Pirineos. Su rasgo más característico es la existencia de necrópolis próximas a los poblados, con enterramientos excavados en forma de fosas, por ello se llama a este periodo “la cultura de sepulcro de fosas”.

  • El sureste presenta un neolítico de tipo tardo-final, con casas de planta circular, al que se llama la “Cultura de Almería”. Destacan yacimientos en cueva como Nerja en Málaga o la Cueva Ambrosio en Almería.

*para aprender estas tres culturas: carmen folla alberto

Desde el Mesolítico hasta la Edad del Bronce, con un período de apogeo en el Neolítico, se desarrolla una nueva forma de decoración pictórica, el arte rupestre levantino, al que nos hemos referido con anterioridad. De este periodo destacan las pinturas de los abrigos de Cogüll y Alpera.

5.- LA EDAD DE LOS METALES.

La población de la Península Ibérica comenzó a utilizar la metalurgia a partir del 2.500 a.C., orientada inicialmente a la fabricación de armas y después a la elaboración de objetos de adorno e instrumentos de trabajo.

La Edad de los Metales se divide en tres períodos:

5.1.- CALCOLÍTICO (2500-1700 a.C)

El primer metal que comenzó a trabajarse fue el cobre, por ello a la primera fase de la Edad de los Metales se le denomina Calcolítico, del griego calcós, cobre. El Calcolítico se extiende entre 2.500 y 1.700 a.C.

  • La localización de minas de cobre en el sureste peninsular va a dar lugar a la aparición de poblados como el de Los Millares (Almería), en el que destacan las murallas y las obras de fortificación, así como las viviendas circulares y las tumbas colectivas, además del desarrollo de una agricultura avanzada mediante el regadío.

  • También a este período corresponde la Cultura del Vaso Campaniforme, que recibe este nombre por el uso de recipientes cerámicos que tienen forma de campana invertida.

*Mil campanas para memorizarlos

En la península ibérica, además de esta cerámica, son característicos una serie de elementos metálicos que se repiten en los ajuares de las tumbas, como los puñales de lengüeta y puntas de tipo Palmela, que demuestran la existencia de unas élites sociales diferenciadas por su riqueza.

En esta época se desarrolla un fenómeno cultural que ya había comenzado en el Neolítico, la aparición de los monumentos megalíticos. Destacan los dólmenes o sepulcros colectivos construidos con piedras de gran tamaño cubiertas por losas horizontales. En el exterior, el conjunto se recubría de tierra formando una colina artificial. En el interior se han encontrado objetos identificados como parte del ajuar funerario, lo que denota la existencia de ritos y creencias asociadas a la muerte. Los principales dólmenes se encuentran en el sur peninsular, como el Menga (Antequera). En Extremadura (meter aquí algo de vuestra zona, si puede ser) la zona de Valencia de Alcántara también se han hallado ejemplos de construcciones megalíticas, como el dolmen de Lácara.

Otros megalitos son los menhires o enormes piedras monolíticas situadas verticalmente en el suelo y los crómlech o círculos de piedras de discutida finalidad, como la de los menhires.

5.2.- LA EDAD DEL BRONCE (1700-750 a.C.)

La Edad del Bronce en la Península Ibérica transcurre entre el 1.700 y el 750 a.C.

La manifestación arqueológica más relevante del Bronce antiguo y medio de la Península Ibérica es la Cultura de El Argar (Almería, donde destacan los poblados de El Oficio y Antas). Se caracterizan por ser una sociedad dedicada a la agricultura y a la ganadería y en menor medida a la explotación del metal. Los yacimientos argáricos se caracterizan por reunir en un mismo espacio hábitat y necrópolis. Los enterramientos se localizan bajo las viviendas y habitualmente son individuales, en cista o caja de piedra y en tinaja, que reciben el nombre de copas argáricas. La superación del enterramiento colectivo propio de Los Millares supone la acentuación de la diferenciación social.

También durante la Edad del Bronce se desarrolló en las Baleares la cultura talayótica. Se caracteriza por unas construcciones megalíticas muy peculiares, entre las que destacan:

  • Talayots, una especie de atalaya o torre de vigilancia.

  • Taula, construcción megalítica consistente en un ortostato de gran tamaño que soporta, en equilibrio, a una gran piedra horizontal. Es exclusiva de Menorca.

  • Naveta. Pudiera tratarse de una construcción funeraria.

Al final del período, durante el Bronce Final, se atestigua otra cultura en el centro peninsular, denominada Cogotas I, con poblados en lugares escarpados de fácil defensa y materiales cerámicos con características centroeuropeas que se mezclan con las locales, como la decoración de boquique.

Asimismo, durante el Bronce Final, se produjeron las invasiones de pueblos indoeuropeos que conocían la metalurgia del hierro. La llegada de estos pueblos a la Península Ibérica dará lugar a la aparición de la cultura de los campos de urnas. Su característica distintiva será que en lugar de inhumar los cadáveres, procederán a la incineración de los cuerpos, depositando las cenizas en una urna, posteriormente enterrada.

5.3.- LA EDAD DEL HIERRO (800-218 a.C.)

El periodo que transcurre desde el 800 al comienzo de la conquista romana en el 218 a.C. Se denomina Edad del Hierro, fase que se mezcla en la Península Ibérica con la etapa de las colonizaciones de pueblos mediterráneos: fenicios, griegos y cartagineses.

La Edad del Hierro comporta, además, una serie de novedades como la introducción del uso del hierro, la utilización del torno de alfarero, la aparición de los primeros textos escritos en lengua íbera, aún sin descifrar, que hacen que esta etapa se conozca también con el término de Protohistoria. Además, aparecen los primeros textos que hablan de la Península Ibérica, como la Biblia, en la que se hace referencia al reino de Tartessos o los textos griegos, entre los que cabe mencionar al historiador griego Heródoto que se refiere a unas “míticas tierras orientales”. Sin embargo, la mayoría de las fuentes antiguas que nos hablan de la Península Ibérica son romanas, como por ejemplo la Geografía de Estrabón. En todo caso estas fuentes nos permiten conocer el nombre de los pueblos prerromanos que habitaban el territorio.

6. LOS PUEBLOS PRERROMANOS.

TARTESSOS. Tartessos hace referencia a una región situada en el suroeste peninsular, coincidiendo, aproximadamente, con las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, con prolongaciones hacia la actual Extremadura.

Tartessos es el primer protoestado de la Península Ibérica del que existe constancia histórica. Las fuentes literarias que se hacen eco de las riquezas de Tartessos, como la Biblia o las fuentes griegas que mencionan el nombre de los reyes como Gerión y Argantonio, nos ha permitido el conocimiento de este reino, en el que frecuentemente se mezcla mito y realidad.

Su momento de máximo desarrollo (siglos IX a VII a.C.) coincide con la etapa en la que los fenicios se asentaron en factorías costeras. A partir del año 630 a.C. los griegos también entran en contacto con Tartessos. El contacto de Tartessos con fenicios y griegos estuvo motivado por el comercio de metales. El contacto con estos pueblos más avanzados permitió a Tartessos ampliar sus conocimientos agrícolas y perfeccionar la metalurgia del hierro.

Uno de los signos del esplendor de Tartessos fue la orfebrería, en parte debida a las técnicas importadas por los fenicios, como lo demuestran los tesoros hallados en Aliseda (Cáceres) y El Carambolo (Sevilla).

A partir del siglo VI a.C. Tartessos entra en decadencia, quizás por el agotamiento de los minerales que habría dado al traste con el comercio fenicio, por la caída de la ciudad fenicia de Tiro que dejaría Tartessos sin mercado para sus metales o por una incursión bélica cartaginesa que acabaría con las ciudades.

No podemos dejar de citar el yacimiento pacense de Cancho Roano, quizás uno de los mejores yacimientos vinculados a la civilización tartésica que se conservan en España.

LOS ÍBEROS. Los términos íberos e ibéricos fueron acuñados por Estrabón para denominar a los pueblos que vivían en las costas orientales de la Península.

La cultura ibérica se extendió por toda el área levantina y el sur peninsular. Estaban plenamente desarrollados hacia el siglo V a.C., perdurando hasta la romanización, a partir del 218 a.C. Los nombres de las tribus ibéricas aparecen citados en las fuentes clásicas y reciben denominaciones como: Turdetanos, Ilergetes, Edetanos, Mastienos…

Se trataba de un mosaico de pueblos rivales entre sí, con poblados en cerros, dotados de sólidos sistemas de defensa, llamados oppidum. En las afueras de los poblados se encontraban las necrópolis, donde los difuntos, tras ser incinerados, eran depositados en urnas rodeadas de un ajuar funerario, donde destacan las armas, como la espada ibérica o falcata. Dos recipientes funerarios destacados son las esculturas de la Dama de Elche y la Dama de Baza, ambas con una cavidad posterior para depositar las cenizas.

Su organización política era de tipo estatal, como bien estudió Maluqer de Motes, con un sistema de gobierno monárquico, bajo el mandato de los régulos o basileus.

Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería, aunque también en el comercio. Por influencia fenicia o griega tenían un sistema monetario y acuñaban moneda propia.

Culturalmente eran pueblos avanzados, con lengua y escritura propia. Entre las manifestaciones artísticas destaca la escultura en piedra con figuras de guerreros como las de Porcuna, de animales como la Bicha de Balazote y de bronce como los exvotos del Cerro de los Santos.

LOS PUEBLOS CÉLTICOS ocupaban el área centro, norte y oeste peninsular. Se trata de poblaciones procedentes de Centroeuropa con aportaciones importantes como la metalurgia del hierro, la cerámica a torno y la incineración. Entre ellos destacan los astures, galaicos, vacceos, lusitanos, vettones y las tribus del área celtibérica (arévacos y pelendones).

Ocupaban poblados en alto, bien fortificados que reciben el nombre de castros, como los de Santa Tecla o Coaña. Las necrópolis son de incineración, con urnas rodeadas de armas.

La economía céltica era preferentemente ganadera. El comercio era escaso y el uso de la moneda casi desconocido.

Todos estos pueblos estaban organizados en tribus y clanes basados en grupos de parentesco. Su organización política era de tipo pre estatal con una fuerte jerarquización social. Estrabón se refirió a este tipo de pueblos argumentando que practicaban la ginecocracia, debido al importante peso que tenía la mujer en la organización social.

Las manifestaciones artísticas de estos pueblos son muy pobres, limitándose a decoraciones cerámicas esquemáticas y a esculturas toscamente esculpidas en granito que representan cerdos, toros y jabalíes, denominadas genéricamente verracos y que se encuentran diseminadas por las provincias de Ávila, Salamanca y Cáceres.

6.1. LAS COLONIZACIONES.

Esta etapa se extiende a lo largo del primer milenio a.C. Las colonizaciones se limitaron a asentamientos escasos y puntuales, ya que los pueblos que las emprendieron, fenicios, griegos y cartagineses, tuvieron más empeño en comerciar que en crear poblados estables.

a) LA COLONIZACIÓN FENICIA. Los fenicios eran un pueblo venido del Próximo Oriente, de las ciudades de Tiro y Sidón, en el actual Líbano. Su colonización fue exclusivamente comercial y para asegurarse los puntos estratégicos de la ruta de los metales, establecieron factorías en las costas del sur de la Península Ibérica. La más importante fue Gadir (Cádiz). Otras factorías se asentaron en Malaka (Málaga), Sexi (Almuñecar) y Abdera (Adra).

Al comerciar con los pueblos indígenas les transmitieron el alfabeto fenicio, el sistema decimal, nuevos cultivos como la vid y el olivo y nuevos métodos para el trabajo artesanal de los metales preciosos. En la zona sur de la Península es frecuente la aparición de objetos de procedencia fenicia, como los sarcófagos de Cádiz, las cerámicas de barniz rojo, los jarros de bronce o los objetos de marfil decorado (peines).

En el siglo VI a.C., al parecer a raíz de la caída de Tiro ante los babilonios, el pueblo fenicio entró en declive, lo que afectó a sus colonias hispanas.

b) LA COLONIZACIÓN GRIEGA fue protagonizada por los focenses que con el objetivo de acercarse al comercio de los metales, fundaron Massalia (Marsella), constituyendo el punto de partida para el establecimiento de colonias en la costa mediterránea española a partir de los siglos VIII y VII a.C.

De la mayoría de las colonias griegas citadas en los textos no existen restos arqueológicos. Posiblemente fueron enclaves íberos y fenicios usados por los griegos para comerciar con los indígenas, y a los que acabaron por dar sus propios nombres griegos. Está probada la fundación griega en las colonias de Rhode (Rosas) y Emporion.

c) CARTAGINESES. El apogeo de la presencia púnica en la Península abarca los siglos VI y III a.C. Su primera fundación se localizó en Ebusus (Ibiza), asentándose después en las restantes islas Baleares. En esta primera fase de la colonización, los cartagineses sustituyeron a los fenicios y se instalaron en sus factorías comerciales desde las que controlaban los productos del interior, sobre todo las minas de Cástulo (Linares).

A esta fase le sigue una segunda (a fines del siglo III a.C.) de carácter militar, que condujo a la ocupación del sur y del sudeste de la península, donde fundaron Cartago Nova (Cartagena) e iniciaron una sistemática explotación de las minas de Sierra Morena, el Moncayo y Almadén.

Su legado cultural está presente en los objetos funerarios procedentes de necrópolis como las figuras de terracota de barro de Puig des Molins, o el culto a la diosa Tanit.

7. LA DOMINACIÓN ROMANA.

La heterogeneidad cultural de la Península finalizó cuando Roma puso sus ojos en este territorio en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C.). Esta se desarrolló entre los cartagineses y los romanos porque los primeros asaltaron Sagunto, ciudad aliada de Roma, lo que fue considerado por ésta casus belli y sirvió para iniciar las hostilidades directas. Derrotado el imperio cartaginés, el Senado decidió continuar la expansión por el territorio peninsular. Cerca de tres siglos y la vida de miles de soldados le costó a Roma someter a la península ibérica, que puede darse por finalizada en el 19 a. C. tras las guerras astur-cántabras.

CONCLUSIÓN.

Gracias a las ciencias arqueológicas e históricas podemos conocer la historia del territorio peninsular, que arranca hace más de un millón de años, cuando los primeros homínidos poblaron estas tierras. A partir de entonces, la Historia peninsular va a ir cumpliendo las etapas de la Historia, pero con un retraso cronológico respecto a la zona del Próximo Oriente en relación a las aportaciones destacadas: la revolución neolítica, el uso de los metales, el surgimiento de las sociedades urbanas, etc. La conquista romana abrió una nueva fase de la historia peninsular, de la que somos herederos directos, pero aún quedan enigmas por resolver en nuestra historia, como el lenguaje ibérico o la historia de la civilización tartésica.